Atrévete a fallar
Para crecer y aprender hay que salir de nuestra zona de confort. Hay que intentar cosas que pueden o no funcionar. Por eso, aprender haciendo algo nuevo siempre implica el riesgo de fallar.
Hay mucho escrito sobre el papel de los "fracasos" en el proceso de aprendizaje. Si nunca te arriesgas a fallar --si nunca fallas--, no estás poniendo todo de tu parte y no estás aprendiendo. Dan Norris, en su libro Create or Hate, escribe:
Si no fallas en nada, es porque (...) estás siguiendo las rutas predecibles que ya conoces y que no conducen a nada nuevo, y en las que no aprendes nada. No estás creando nada. Dicho de otro modo, estás fracasando. Estás fracasando porque no creces, porque no mejoras, porque no usas todo tu potencial.
Parte del problema es la imagen romántica que nos hacemos de lo que será el camino para lograr nuestras metas. Nos olvidamos que, fuera de nuestra zona de confort, estamos... incómodos. Luego viene la realidad y se rompe esa imagen romántica.
Necesitamos plantearnos metas de modo que impliquen el suficiente esfuerzo como para crecer, pero no tan cuesta arriba que el esfuerzo sea insostenible. James Clear llama a esta franja la zona mágica del crecimiento.
El otro problema es el ego. No nos gusta fallar. Por lo menos a mí no me gusta. ¿De verdad piensas eso de que lo importante es competir? ¿Publicas tus fracasos en tu timeline de Facebook? ¿Son parte de tu perfil de LinkedIn? No lo creo.
Nuestro ego cuida de que no nos arriesguemos a fallar. Es tan rastrero que, a la vez que no se conforma con nada que no sea el primer puesto, nos hace creer el cuento de que no debemos exponernos a fallar y que no hacer nada distinto es lo más conveniente. Steven Pressfield, en su libro The War of Art, llama a esta voz interior que nos encadena The Resistance, la Resistencia.
Enfrenta tus miedos. Sé listo y ten una malla de seguridad donde caer si las cosas no salen como previste. No se trata de ser loco o temerario, sino de ser valiente y aceptar el riesgo de fallar como parte de hacer algo que valga la pena. Atrévete a hacer cosas que pueden salir mal.